top of page
Alrededor del año 1945, en la Playa de Las Flores en el departamento de Sonsonate, Acajutla, un niño entre los 8 y 10 años de edad, encontró adherido en una roca algo maravilloso: se trataba de la imagen del Niñito Jesús esculpida con minuciosos detalles completamente hecho de madrépora (masa calcárea, pétrea y porosa que se forma desde el fondo del mar y que posee una forma arborescente).
Era una cunita en forma de concha, el cuerpecito cubierto con lo que parece una copia exacta de pedazos de piel de algún animal marino, una corona en la cabecita y su carita que parece esculpída en china, con sus mejillas completamente rosadas, todo en una sola pieza.
El muchacho era hijo de pescadores, familia muy pobre, residentes en la población de Izalco. Conservaron la imágen dándole culto en Navidad como el Niño Dios de su nacimiento. Por esa época las Religiosas Hermanas Carmelitas de San José, guiadas por la Superiora General, Madre Paula del Divino Salvador, (Madre Paulita), visitaban esa población, y como era día de Navidad iban visitando diferentes nacimientos de casa en casa. Cuando llegaron a la casa de la familia del mencionado niño, no podían distinguir donde habían colocado al Niño Dios, pues por lo pequeño no podían verlo, encantadas quedaron cuando se los mostraron y suplicaron se los dieran para traerlo a Santa Tecla.
Fue Monseñor Chávez y González, quien después de un somero estudio aprobó se le rindiera culto.
Salvador del mundo
¡Sálvanos, Sálvanos!
bottom of page